Shostakóvich - The Complete Symphonies




Han pasado ya 25 años desde el fallecimiento de Dimitri Shostakovich, considerado hoy como uno de los más importantes e interesantes compositores y quizá el más grande sinfonista del siglo XX. En estas páginas he querido centrarme en algunos momentos clave de su vida, que en parte explican su evolución musical y que arrojan una luz penetrante sobre importantes facetas de la vida y de las artes en la URSS. Conocer la vida de Shostakovich es recorrer buena parte de la historia rusa del siglo XX. Le tocó toda la época de Stalin y  falleció en 1975, a los 69 años, en pleno período de Brezhnev.
     Desde su infancia Shostakovich se caracterizó por un talento tan sorprendente como precoz. Aprendió a leer música casi  solo y a los diez años ya había compuesto al piano una ópera, Los gitanos. A los 18 años terminó su Primera sinfonía y se graduó.
     La Primera sinfonía fue estrenada en mayo de 1926 por Nikolai Malko y la Orquesta de Leningrado. Su éxito fue histórico. De la noche a la mañana se convirtió en la estrella ascendente del panorama musical soviético. Bruno Walter llegó ese invierno a dirigir a Leningrado y fue tal la impresión que le produjo la  sinfonía, tocada al piano por su autor, que inmediatamente la incluyó en la programación de la Filarmónica de Berlín de 1927. Leopold Stokowsky dirigió el estreno en Estados Unidos con la Orquesta de Filadelfia en 1928.
     Desde el inicio de su carrera, Shostakovich se vió sujeto a  presiones políticas que en los primeros años del período soviético eran confusas y a veces contradictorias. A raíz del golpe que lo llevó al poder, Lenin sujetó las artes y las letras al control del Partido y del Estado a través del Comisariato Popular para la  Educación, conocido como Narkompros. El escogido por Lenin para encabezarlo fue Anatoli Lunacharski, hombre culto y sensible a las artes, y ferviente comunista.
     La supervisión de las actividades artísticas y literarias no fue férrea en un principio gracias sobre todo a Lunacharski, que  logró evitar un rompimiento súbito de los intelectuales y artistas con el gobierno, a pesar de que éstos, en su mayor parte, se sentían profundamente desilusionados por el curso que tomaba la Revolución y por las medidas implantadas desde el día en que llegaron los bolcheviques al poder.
     En 1923 fue fundada en Moscú la Asociación de Música Contemporánea, que estableció relaciones con la International Society for Contemporary Music de Londres. Leningrado se convirtió en uno de los grandes centros europeos de la música moderna. Apenas meses después de sus estrenos mundiales se presentaron allí óperas como Woxxeck de Berg, Pulcinella Renard de Stravinski, Der Ferne Klang de Schreker, El amor por tres naranjas de Prokofiev, obras de Schönberg, Krenek, De Falla, Bartok, Honegger y otros. El joven Shostakovich escuchaba y absorbía todas estas novedades.
     Entonces se crearon dos instituciones, la Asociación Rusa de Escritores Proletarios (RAPP) y la Asociación Rusa de Músicos Proletarios (RAPM). La RAPM declaraba ajenos a la ideología  proletaria a prácticamente todos los compositores del pasado y a la mayoría de los actuales. Su propósito era la "extensión de la hegemonía del proletariado al campo de la música". Lo que  buscaban los rapmovski los miembros de la RAPM era la simplificación de la música, de modo que ésta fuera comprensible para las grandes masas proletarias. Ello no hubiera tenido nada de reprobable si no hubiera implicado la más absoluta intolerancia hacia cualquier otro estilo musical. Se generó un virtual estado de guerra entre los partidarios y miembros de la Asociación de Música Contemporánea y los de la Asociación Rusa de Músicos Proletarios. Cuando se estrenó su Primera sinfonía, Shostakovich fue criticado por ambas organizaciones, aunque por razones diferentes. Los de la Asociación de Música Contemporánea le aconsejaron modernizar su lenguaje musical, so pena de correr el riesgo de volverse obsoleto. Los Músicos  Proletarios criticaron la influencia de Chaikovski, músico  burgués, y lo instaron a componer para el hombre de la calle.
     Durante los siguientes años Shostakovich se dedicó a buscar un lenguaje musical más moderno al que procuró darle, en  algunos casos, un contenido ideológico revolucionario. Tal fue el caso de sus segunda y tercera sinfonías, ambas para coros y orquesta y "proletarias". Los modernos lo elogiaron por el avance logrado por el autor en su lenguaje musical; los proletarios, por el contenido revolucionario de las secciones corales. Pero la obra cuya composición interesó verdaderamente a Shostakovich fue su ópera satírica, La nariz, basada en una de las Novelas  breves petersburguesas de Nikolai Gogol.
     La ópera es un torrente de invenciones musicales extraordinarias. Los episodios cortos e inesperados se suceden con rapidez. Jamás había demostrado Shostakovich que aún no cumplía 23 años tal maestría y tan desbordante imaginación. El  extremo modernismo de La nariz despertó una furiosa controversia. Ya antes de su estreno, algunos músicos miembros de la Asociación Rusa de Músicos Proletarios acusaron al autor de componer música que los mortales ordinarios no podían  entender, de "escapismo antisoviético" y de "formalismo". "Si no acepta la falsedad de tal camino escribió Daniel Zhitomirski en nombre de la RAPM, Shostakovich se encontrará inevitablemente en un callejón sin salida." No eran críticas para tomarse a la ligera. Ese mismo mes, en el campo literario, quedó proscrita la obra entera de Mijail Bulgakov, por quien Shostakovich sentía una viva admiración.
     La ópera se estrenó en enero de 1930 en el Teatro Maly  de Leningrado, bajo la dirección de Samuel Samosud. Por la  polémica que despertó y por los salvajes ataques de los Músicos  Proletarios, no se presentó ni en Moscú ni en provincia, y fue proscrita. ¡Tendrían que pasar nada menos que 44 años antes de su reestreno, en 1974!
     Stalin derrotó en 1929 a sus últimos opositores en el Politburó y quedó dueño de un poder omnímodo. Decretó el fin de la NEP y principió la "Revolución desde Arriba", que colectivizó brutalmente el campo soviético, acarreó purgas terribles, llenó de presos y esclavos los territorios del Gulag y causó no menos de quince millones de muertos antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
     Lunacharski fue destituido. Lo reemplazó Andrei Bubnov, funcionario del Partido sin relación alguna con el mundo del  arte. Se le dio un fuerte impulso a la RAPM y la RAPP. Ipso facto, la Asociación de Música Contemporánea y sus equivalentes en otros campos artísticos perdieron su influencia y se extinguieron. Los escritores y músicos más valiosos vivían aterrorizados no sólo por la ola de arrestos que cubría entonces al país, sino también por la acción fanática y carente de escrúpulos de la RAPM y la RAPP, que hacia 1932 habían alcanzado un poder monopólico. Los rapmovski se apoderaron del control de los conservatorios. En Moscú, el político fanático B. Psibishevski reemplazó en la dirección del Conservatorio al profesor Igumnov. Los conservatorios atravesaron épocas nefastas de intolerancia musical y de discriminaciones de clase. Todo estudiante con antecedentes burgueses debía ser expulsado. La mayor parte de los compositores del pasado quedó incluida en una lista negra. A título de ejemplo menciono algunos de los calificativos que se les aplicaron: Chaikovski: "Espíritu degenerado, parásito de la aristocracia  rusa." Schumann: "Antisocial y ultraindividualista." Chopin:  "Esteta de salón." Scriabin: "Oscurantista y místico." Bach: "Hombre de la Iglesia." Rajmaninov: "Bandido guardia blanca."
     En 1932, el Comité Central tomó una medida en apariencia conciliatoria. Condenó los excesos de la RAPM y de la RAPP y disolvió todas las organizaciones proletarias de literatura y música. Al mismo tiempo, creó un sindicato de escritores y uno de músicos. Esta medida recibió el apoyo mayoritario de escritores y compositores, entre ellos el joven Shostakovich, que pensaban que así se liberaban de la continua intromisión y de las intrigas de las organizaciones "proletarias". Pero el optimismo duró bien poco, ya que en el fondo el establecimiento de estos sindicatos significó el golpe de muerte para cualquier resto de libertad o de autonomía de los intelectuales. A partir de entonces quedaron totalmente sujetos al gobierno, al Partido y a los burócratas encargados de dirigir los sindicatos y de darles una "adecuada" orientación ideológica. La revista Música Soviética (Soviestskaia Muzika), órgano editorial del Sindicato de Compositores Soviéticos, dictó en uno de sus primeros números la siguiente consigna:

El realismo socialista demanda una implacable lucha contra las direcciones modernísticas que eliminan al elemento popular y que son típicas de la decadencia del arte burgués contemporáneo, una implacable lucha contra la subordinación y el  servilismo ante la cultura burguesa moderna.

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